viernes, 4 de octubre de 2013

SUEÑO DE UNA TARDE DE VERANO

Sueño de una tarde de verano
Sobre la orilla sur del majestuoso rio Támesis se encuentra erguido The Globe, el famoso teatro donde muchas de las obras de Shakespeare fueron representadas. Se trata de una reproducción exacta del teatro original, destruido por las llamas en el año 1613, que sirve como lugar de encuentro de todos los amantes del teatro que quieren revivir el legado de Shakespeare tras casi cuatrocientos años después de su muerte. Este teatro, junto con el ajetreo de londinenses y turistas, es el elemento clave que permite evocar una perfecta tarde de teatro isabelino en los espacios entonces llamados “the liberties”. Por dentro, tres pisos de galerías se encuentran ocupados- como en tiempos de Shakespeare- con gente que puede permitirse el lujo de sentarse en un banco. En la arena, por otra parte, están los espectadores de pie frente al escenario durante horas, pero disfrutando, a la vez, de la experiencia de ver una obra ser representada directamente frente a sus ojos.
   Aquella tarde fui a ver Sueño de una noche de verano, una hilarante comedia, en la que el mundo de las hadas y de los humanos se une durante una sola noche.  En líneas generales, es una obra llena de romance: los amantes Lysander y Hermia se adentran en el bosque en un intento de escapar de Atenas y poder casarse; sin embargo, estos son seguidos por Demetius (también enamorado de Hermia) quien, a su vez, es perseguido por Helena, perdidamente enamorada de este. Una vez en el bosque, Puck, sirviente de Oberon, rey de las hadas, por error provoca que tanto Lysander como Demetrius se enamoren de Helena utilizando las propiedades de una flor mágica. Por otro lado, también en el bosque un grupo de artesanos se prepara para la puesta en escena de la obra Pyramus and Thisbe, para representarla el día de la boda del duque de Atenas, Theseus e Hippolyta, animando la tarde con bailes de claqué y cómicas escenas.
   Esta producción de Sueño de una noche de verano fue exquisita, destacando la excelente actuación de Pearce Quingley, quien da vida a un pretencioso,  pero a la vez ridículo, Nick Bottom, el tejedor. Excepcional fue también la actuación de John Light, quien encarna un Theseus salvaje, colgado de las columnas y tramando junto con Puck en contra de Titania, reina de las hadas.
Al igual que en tiempos de Shakespeare,  el decorado de la obra se mantuvo al mínimo, sin embargo, los actores junto con los músicos crearon una atmósfera de ensueño perfecta para una noche llena de magia. Por otra parte, en esta producción el papel de las mujeres estaba representado por actrices y no por actores masculinos, lo que se aleja de las producciones genuinas renacentistas; sin embargo, ésta es una característica que otorga a la obra un acercamiento más realista.
   Para terminar, señalar que tan solo el mágico nombre de la obra, junto con el conocimiento de su autor aseguran una placentera experiencia, pero la actuación brillante de los actores, sus bailes y música, además de tener el teatro The Globe como escenario, me permitieron, en conclusión, vivir el sueño de una tarde de verano.
Irene Finestrat Martínez.

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